¿Estuve bien?
Hay momentos en la vida en que Dios te va a pedir que hagas algo humillante, algo que, si no tienes tu estima sana, puede darle un golpe mortal a tu orgullo.
Tal fue el caso de Naamán, que por orgullo se negaba a zambullirse en el Jordán para sanarse de la lepra.
Pero cuando sabes que Dios te eligió desde el vientre de tu madre y te dio un propósito de vida, nada te humilla, dejas atrás tus inseguridades y no te importa lavar los pies de quienes están a tu alrededor.
Cuando comprendes quién eres en el Señor y entiendes que Él te ama tal cual eres, dejas de fingir, aprendes a ser auténtico y no tienes necesidad de vivir buscando la aprobación de los demás.
2Re 5:9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
2Re 5:10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
2Re 5:11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
2Re 5:12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
2Re 5:13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
2Re 5:14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.
