El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente.
Diré yo al SEÑOR: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío.
Porque El te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal.
Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad.
Salmo 91:1-4.