Entonces dije: ¡Ay de mÃ! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mà uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquà que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. Después oà la voz del Señor, que decÃa: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondà yo: Heme aquÃ, envÃame a mÃ. Isaias 6:5-8.
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