Hoy en día es común que los jóvenes no conozcan al Señor porque nunca han tenido una experiencia propia con Él; viven de espiritualidad prestada y no se comprometen, no diezman, no ofrendan, no oran… no buscan a Dios porque piensan que Su Presencia la heredan de sus padres. Pero Dios no tiene nietos. Si no formamos a nuestros hijos en el Señor, se creará un vacío generacional en el cual el Espíritu Santo no traerá convicción, la gente no se arrepentirá y no buscará la santidad. Enseñemos a nuestros niños y jóvenes a caminar en el Señor, salvemos los retoños aun si nuestro árbol está plantado en tierra seca, porque la Biblia dice que es posible sacar buena semilla aun de un árbol muerto. Un mensaje que nos exhorta a luchar por nuestros hijos.
Padres, hijos y nietos – Dante Gebel