Vino allà la mano de Jehová sobre mÃ, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allà hablaré contigo. Y me levanté y salà al campo; y he aquà que allà estaba la gloria de Jehová, como la gloria que habÃa visto junto al rÃo Quebar; y me postré sobre mi rostro.
Entonces entró el EspÃritu en mà y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa. Y tú, oh hijo de hombre, he aquà que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos. Ezequiel 3: 22-25