Porque el Señor es el EspÃritu;
y donde está el EspÃritu del Señor,
allà hay libertad.
Por tanto, nosotros todos,
mirando a cara descubierta
como en un espejo la gloria del Señor,
somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen,
como por el EspÃritu del Señor.
2 Corintios 3:17-18.
