Obteniendo tu Milagro – Apóstol Dr. Oscar Rafael Prem
Estas dos figuras femeninas se entrelazan en un evento que ilustra la compasión y el poder transformador de Jesucristo.
La historia comienza con Jairo, un importante líder religioso en la sinagoga judía. Desesperado por la enfermedad de su hija, se acerca a Jesús con humildad y fe, rogándole que vaya a su casa y sane a su hija moribunda. Jesús, con compasión, accede a acompañarlo.
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Mientras Jesús se dirige a la casa de Jairo, una mujer que sufre de flujo de sangre desde hace doce años se acerca a él en busca de ayuda. Esta mujer había gastado todo lo que tenía en médicos, pero en lugar de mejorar, su condición había empeorado. Con una fe inquebrantable, cree que si tan solo puede tocar el borde del manto de Jesús, será sanada.
En medio de la multitud que lo rodea, la mujer se acerca sigilosamente por detrás y toca el borde del manto de Jesús. Al instante, siente en su cuerpo que ha sido sanada de su aflicción. Pero Jesús, percibiendo que ha salido poder de él, se vuelve y pregunta quién lo ha tocado. Aunque la multitud está confundida por esta pregunta, la mujer se adelanta, temblando de miedo, y confiesa lo que ha hecho.
La respuesta de Jesús es asombrosa. En lugar de reprenderla por su atrevimiento, la elogia por su fe: «Hija, tu fe te ha sanado. Vete en paz y queda libre de tu enfermedad» (Marcos 5:34). Con estas palabras, Jesús no solo la libera de su enfermedad física, sino que también restaura su dignidad y le otorga paz interior.
Mientras Jesús aún está hablando con la mujer, llegan mensajeros de la casa de Jairo con noticias desgarradoras: su hija ha muerto. Pero Jesús, ignorando las palabras de los mensajeros, le dice a Jairo: «No temas; cree solamente, y será salva» (Lucas 8:50). Con una fe titubeante pero aún presente, Jairo continúa llevando a Jesús a su casa.
Al llegar, Jesús encuentra la casa llena de llanto y lamento, pero les dice a los presentes que la niña no está muerta, sino que solo está dormida. Con autoridad divina, entra en la habitación donde yace la niña, la toma de la mano y le ordena que se levante. Inmediatamente, la niña se levanta y comienza a caminar, para asombro y alegría de todos los presentes.
Esta poderosa historia bíblica de la mujer con flujo de sangre y la hija de Jairo es un recordatorio de que la fe en Jesucristo puede traer sanación y restauración a nuestras vidas, incluso en medio de las circunstancias más desesperadas. Nos enseña que no importa cuán perdidos o desahuciados nos sintamos, siempre hay esperanza en la presencia y el poder de Dios.